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UMBRAL

EL SIERVO FIEL O INFIEL

EL SIERVO FIEL O INFIEL

 

 

     Padre, en el nombre de Jesús te agradecemos por estar con nosotros y en nosotros. Rogamos con confianza que tu Santo Espíritu pueda hablarnos, Señor, convidarnos a estar cerca de ti mientras consideramos tu palabra. Tú sabes que separados de ti nada podemos hacer, que te agradecemos, Señor, por tu sinceridad, por estar disponible para nosotros, para cada uno de nosotros. Gracias por eso, Señor, por tu fidelidad. De ti comemos y de ti bebemos en el Señor Jesús. Todo nuestro ser es para ti, Señor, porque fuera de ti todo es muerte. Oh Dios, en el Señor Jesús háblanos, tócanos en esta noche, Señor, vivifica nuestro hombre interior profundamente para que seamos atraídos a ti por sobre todas las cosas y guardados en ti, para ti y para la gloria tuya en Cristo Jesús, amén.

 

     Hermanos, vamos a continuar hoy con la serie de los misterios del reino de los cielos en las parábolas del Señor Jesús; y hoy nos corresponde ver una parábola que está en dos pasajes, en Mateo y en Lucas. En Mateo se encuentra en el capítulo 24 desde el verso 45 al 51, y en Lucas se encuentra en el capítulo 12 desde el versículo 41 hasta el 48. Mateo coloca estas palabras del Señor Jesús en el contexto del llamado “Pequeño Apocalipsis Sinóptico”, aquellas enseñanzas del Señor unos pocos días antes de morir, en el monte de los olivos cuando cuatro de sus discípulos le preguntaron y El dijo muchas cosas, entre ellas esta parábola que hoy vamos a considerar. Lucas la registra posiblemente por asociación temática en otro contexto, aunque puede ser que el Señor haya hablado de lo mismo en varias ocasiones también; así que sea que la habló en dos ocasiones, o que Lucas la colocó en otro contexto por causa de su asociación con el tema que venía tratando, ya sea una o dos veces que el Señor trató esta enseñanza, es la misma, la parábola es la misma; casi el 90% coinciden Mateo y Lucas; pero vamos a integrarla como solemos hacerlo, porque realmente uno dice unas cositas que el otro no dice, y uno por el Espíritu Santo las dice de una manera, y el otro de otra manera, y las dos son complementarias, y las dos son inspiradas. Entonces, como solemos hacer cuando una parábola aparece en dos o más lugares, las integramos. Los que puedan seguir en sus Biblias, vayan comparando Mateo con Lucas y Lucas con Mateo. Yo voy a leer la integración, y voy a leer despacio para que ustedes puedan hacer la comparación. Mateo 24 del 45 al 51 y Lucas 12 del 41 al 48; es la parábola del siervo fiel o infiel; no son dos siervos; es un mismo siervo que puede ser fiel o puede ser infiel:

 

Entonces Pedro le dijo: (eso no lo dice Mateo) Señor, ¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos? Y dijo el Señor: ¿quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor, al cual su señor pondrá sobre su casa, para que les dé el alimento a tiempo? Para que a tiempo les de su ración? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. En verdad, de cierto os digo que le pondrá sobre todos su bienes. Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, a los criados y a las criadas, y aún a comer y a beber y a embriagarse con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles, pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes. Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, mas se le pedirá”. ¿Se dieron cuenta al comparar los dos pasajes, el de Mateo y Lucas, cómo se complementan? Cómo uno le agrega cositas que el otro había olvidado, y también uno dice algunas frases en pasado, otras las dice en futuro, y eso es complemento; porque cuando las dice en pasado se refería a los que ya El había puesto; cuando las dice en futuro se refiere a los que después pondría en el lugar en que había puesto a otros; entonces el pasado y el futuro, en vez de contradecirse, se complementan y enriquecen la palabra del Señor.

 

     Vamos a ir meditando poco a poco sobre lo que hemos leído. Empieza Pedro preguntando, lo dice Lucas, porque esto no lo dice Mateo: “Entonces Pedro le dijo:” Si ustedes ven el contexto de Lucas, que es en el capítulo 12, había narrado antes la parábola de los siervos vigilantes, que la vez pasada consideramos, y después de oír esa parábola que sólo Lucas registra, entonces en ese contexto es que Pedro le pregunta; porque hay palabras que uno pensaría que se refieren a otros, algunas que se refieren sólo a nosotros, otras que se refieren a todos; y a veces el Señor también en ocasiones decía: lo que a vosotros digo, a todos lo digo; también al final allí en Mateo capítulo 28, él también habla de ir y hacer discípulos a todas las naciones, dice, enseñándoles que guarden todas las cosas que yo os he mandado; o sea que lo que él dijo a algunos, también es para todos; y aquí, cuando vemos que uno de los evangelistas lo dice en pasado: a unos puso sobre su casa, y el otro lo dice en futuro: pondrá sobre su casa, así que ninguno de nosotros puede pensar que eso no es para uno. Puede ser que en este momento no sea yo el que esté puesto, pero quien quita que voy a ser puesto? A unos puso, pero a otros pondrá; y a esos que pondrá es porque quizá estén pensando que no los ha puesto todavía; así que esa pregunta surgió en Pedro: “Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola…?” La parábola de los siervos vigilantes, que analizamos el viernes pasado, “ a nosotros, o también a todos?” Y el Señor no les dijo: sólo a ustedes, ni les dijo: a todos, sino que respondió con otra parábola, y en esa otra parábola podemos estar o no estar; depende de si te das cuenta del llamamiento que tienes o no.

 

Y dijo el Señor: ¿Quién es, pues,” pues, quiere decir que esta parábola que va a decir a continuación es un desarrollo de la parábola pasada. Tanto el entonces de la pregunta: “Entonces Pedro le dijo:”, como el pues de la respuesta, “¿Quién es, pues,”; está ligando y dando continuidad a las dos parábolas. “Quién es, pues, el siervo” dice uno, doulos, y el otro: “mayordomo” o ecónomo; esa palabra que aquí se tradujo mayordomo, es ecónomo; la palabra ecónomo es la persona encargada de la economía. Existe algo en la Palabra que se llama la economía de Dios, el programa de Dios, el arreglo administrativo del Señor para llevar adelante su propósito eterno. Entonces los siervos son siervos en función de la economía divina; servimos a Dios en su economía, siervo mayordomo, “fiel y prudente”, dos palabras: el ecónomo y el siervo; el siervo ecónomo tiene que ser fiel. Fiel primeramente para con Dios; y si es fiel para con Dios, lo será para con los demás; no se puede ser fiel para con Dios e infiel para con los demás. Fiel primeramente para con Dios, le obedece a Dios, no le agrega ni le quita, hace las cosas por amor caminando con Dios. Pero la otra palabra es: prudente. Fiel y prudente. Prudente quiere decir con el pueblo primeramente; hay que ser prudente con el pueblo de Dios, porque aquí está hablando, como vamos a ver, de administrar la ración y el alimento a la casa de Dios; entonces hay que hacerlo con prudencia. Claro que con Dios también hay que ser prudente; sólo que con Dios se debe y se puede ser absolutamente sincero.

 

¿Quién es, pues, el siervo mayordomo fiel y prudente al cual puso, o al cual pondrá…”; los dos evangelistas difieren en esto; posiblemente él dijo las dos cosas, y entonces uno recordó una, y otro, otra. “al cual puso”; la palabra realmente no es “puso”, sino constituyó, la misma que usa después el traductor en Efesios 4, donde dice que el mismo Señor que descendió hasta las partes más bajas de la tierra, o sea que descendió hasta el hades y al tártaro, subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo, y El mismo constituyó, edoken, dió es la palabra allí en Efesios, pero la palabra aquí en los Evangelios es “constituyó”, la que después usa el traductor en Efesios, realmente aquí en los Evangelios viene a lugar. Efesios traducen: Constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros; pero ahí no para; dice que es para perfeccionar a los santos, para que los santos hagan la obra del ministerio; o sea que cada uno de los santos es también constituido para cumplir su función dentro del programa de Dios, dentro de la economía de Dios. “Al cual constituyó su Señor”, porque el que constituye no es sino el mismo Señor; nadie constituye; es Dios el que constituye, es Dios el que pone las personas en el cuerpo como El quiere, y a cada cual entrega lo que quiere; “puso o pondrá”, o los dos, “su señor sobre su casa”; la raíz es “epi”; uno pensaría que en la casa de Dios todos estaríamos sentados en las mismas bancas, pero no, a algunas personas el Señor les pone responsabilidades sobre los demás, y eso es lo que quiere decir la palabra “sobre”; no es para que se suban, sino para que cuiden, para que cubran, para que asuman las cosas primeramente ellos, “sobre su casa”; esta traducción “casa”, no es la traducción exacta; aquí la traducción Reina Valera no pudo traducir la palabra exacta; la palabra en el griego es “terapeías”, de donde viene la palabra “terapia”; la palabra terapia quiere decir asistencia, ayuda; cuando alguien está enfermo se le asiste, se le cuida, se le sirve; entonces aquí dice: “al cual puso o pondrá su señor sobre los que asisten, sobre los que sirven, sobre los que cuidan”; algunas traducciones dicen: sobre la servidumbre de la casa; eso quiere decir que todos en la casa sirven, que todos en la casa curan, que todos en la casa cuidan, que todos en la casa tienen algún trabajo de asistencia que prestar; “al cual constituyó su señor sobre su terapia”, sobre el resto del trabajo de sus siervos; no es solamente sobre la casa, como si solamente estos a los que el Señor puso sobre este cuidado fuera los únicos que trabajaran. La palabra “casa” no es la traducción exacta, no es oikos, es terapia; o sea que todos en la casa tienen que prestar su asistencia, porque la casa de Dios cumple una misión de Dios en la tierra, y todos tienen que servir en la tierra. Pero para perfeccionar el trabajo de éstos, y para ayudarles, entonces el Señor puso sobre su casa o sobre éstos para que les dé, y aquí no es para que les venda, no es para que les cobre, sino para que les dé, el verbo es dar, “el alimento a tiempo”; el alimento tiene que ser dado a tiempo. Dice un versículo que si muerde la serpiente antes de ser encantada, de nada sirve el encantador; así que el alimento hay que darlo a tiempo, ver el momento de lo que se necesita, y suplir lo que se necesita en el momento apropiado, antes de que sea tarde; el alimento debe darse a tiempo; y aquí “tiempo” la palabra es “kayrós”, o sea en la ocasión apropiada, en el tiempo de Dios. Tenemos que tener sensibilidad para discernir cual es la palabra de Dios para cada ocasión, cual es el alimento que el Espíritu está dando en una ocasión o en una coyuntura determinada; esa es la palabra a su debido tiempo, en su kayrós, a su debida ocasión, “para que a tiempo les dé su ración?” esa palabra es su medida, ración, que es en el idioma griego; las había de tres tipos: había una ración diaria, había una ración semanal y había una ración mensual; o sea, el Señor nos da el alimento diario, el alimento de la semana y el alimento del mes; y había que dar la ración, o sea la medida del alimento, no menos, no más, sino el que fuere necesario para el día, para la semana, para el mes. Había que dar el alimento exacto, con medida; no puede ser excesivo, no puede ser menos, tiene que ser bien distribuido, bien equilibrado.

 

Bienaventurado” o feliz, o dichoso, puede traducirse esa palabra: Macario, “Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.” O sea que el Señor quiere hallarnos a todos nosotros sus siervos dando el alimento, el alimento diario, el alimento semanal, el alimento mensual, la ración, el alimento en la ocasión; no tenemos que ser hallados en angustias febriles ni tampoco en pereza, sino haciendo el trabajo normal. El quiere hallar a sus siervos entregando el alimento; ¿qué tal que un día en plena reunión llegue el Señor? o nos muramos de un ataque al corazón, por ejemplo; ya lo he visto suceder; o que venga el Señor, o que nos lleve el Señor; entonces lo mejor que podemos hacer es hacer la voluntad de Dios; y ésta es la voluntad de El, que su pueblo sea alimentado; así como tú eres alimentado, Dios quiere que tú alimentes las personas que El pone en tu mano, las personas que para una u otra función que Dios te dio; tú estés cumpliendo tu función, haciéndolo como para el Señor, haciéndolo de la mejor manera, de la manera más excelente, con amor, haciéndolo para Dios, y ser hallado en esa función. No es necesario que seas hallado solamente orando o ayunando, o preocupado, sino cumpliendo tu función normalmente, tranquilamente, felizmente. “Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así”. Dando el alimento a su debido tiempo, cumpliendo su función; cada uno tiene una función el cuerpo; y ser encontrado cumpliendo esa función, esa es la bienaventuranza del Señor. Esta es una bienaventuranza que no aparece en el capítulo 5, 6 y 7 del sermón de la montaña en Mateo, ni tampoco es una bienaventuranza que aparezca en las siete que aparecen en el Apocalipsis, donde aparecen 7 bienaventuranzas; es otra de las bienaventuranzas. “Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así”, lo hallare dando el alimento. Si es evangelista, lo hallare evangelizando; te hallare consolando si eres pastor; te hallare enseñando si eres maestro; te hallare sirviendo en cualquier servicio que sea el que hay que hacer.

 

     Una vez, cuenta la historia de un santo joven llamado Domingo Sabio, estaba jugando, y le dijeron: ¿Tú que harías si viniera el Señor en este momento? El respondió: Yo seguiría jugando; porque él hacía las cosas en la presencia del Señor. El que hace las cosas en Dios y para Dios, simplemente tiene que seguir haciendo lo que es su función, haciéndola delante de Dios, haciéndola para Dios, haciéndola con Dios, haciéndola de la mejor manera; te va a salir excelente si lo haces en Cristo, si lo haces con cariño; cada uno haciendo su función, qué lindo! Aunque sea barriendo para el Señor, que el Señor lo encuentre barriendo para El; les aseguro que otros serán los que barrerán el cielo. “En verdad,  de cierto”, el traductor allí tradujo: en verdad, aquí tradujo: de cierto, la palabra es “Amén”, el Señor solía usar mucho esa palabra amén, amén o en verdad, de cierto, de cierto os digo, “En verdad o de cierto os digo que le pondrá sobre todos sus bienes”; o sea que las personas que el Señor encuentre siendo fieles a aquello que les encomendó, sea una cosa simple o sea una cosa grande y compleja, no importa la cosa, lo que importa es quien te encomendó eso. Si yo fuera una flauta rota que está en un basurero que nadie visita, y mi función es cada 500 años decir fu cuando pase un viento, voy a decir fu cada 500 años, si eso es lo que yo tengo que hacer; voy a hacer eso, porque el Señor no me va a pedir que haga otra cosa, sino lo que El me pidió que yo haga, eso tengo que hacer; lo importante es entender en que me ha preparado el Señor, en que contexto me ha puesto el Señor, qué el Señor pide de mi; claro que el Señor a veces nos pide cosas que no son fáciles; de hecho, las cosas del Señor sólo se pueden hacer en unión con el Señor, dependiendo del Señor, para que sea la obra de Dios; o si no sería nuestra obra; y por eso a veces tenemos que hacer la obra en medio de dolores, o en medio de conflictos, para que no dependamos de nosotros mismos, sino que dependamos del Señor, y así sea la propia obra del Señor ayudándonos, el Señor con nosotros, ¿amén hermanos?.

 

     Entonces dice así: “sobre todos sus bienes le pondrá”; si eres fiel en lo poco, como decía en otro lugar, te pondrá sobre lo mucho; si eres fiel en una cosa pequeña, en hacer fú cada 500 años si eres un pedazo de flauta rota en un rincón que nadie conoce, pero haces lo que tienes que hacer, eres fiel, eso el Señor valora. ¿Quién aquí recuerda el testimonio del hermano Rick Joyner, cuando el Señor le dio una visión del tribunal de Cristo, y veía como el Señor premiaba a sus siervos y los ponía en unas posiciones, algunas elevadísimas; y había uno de esos siervos que se llamaba Angelo; y aquel Angelo, pues, había sido un niño que había sufrido mucho, era mudo, era casi sordo, casi no podía sobrevivir, pero conoció al Señor, sobrevivía con una manzanita, trabajaba arreglando los jardines, y con el poco dinero que ganaba, se comía su manzanita y compraba folletos evangelísticos para repartirlos en las esquinas; y no vio a nadie que se salvó con esos folletos, pero él entregó esos folletos uno por uno de su propio dinerito. Una vez un borrachito recibió al Señor con él, se estaba congelando, lo abrazó para que no se congelara y murieron los dos; pero el Señor lo coronó con una gran recompensa, porque con lo poco que le dio, hizo mucho más que los que habían recibido más e hicieron menos; entonces el Señor mira en que circunstancia te toca servir, con las uñas a veces; lo importante es que hagas lo mejor para Dios; El no va a medir la producción en cantidad externa, El va a medir las cuestiones en calidad espiritual interior, y eso es lo que El va a premiar; lo importante es que hagas lo mejor que puedes, aquello que el Señor puso en tus manos. Si eres fiel en lo poco, dice, sobre mucho te pondré. “Bienaventurado aquel siervo que el Señor halle haciendo así. De cierto te digo que sobre sus bienes…”. Si pudiéramos entender todo lo que significan sus bienes, eso es algo inmenso, ser puesto sobre los bienes del Señor; a veces eres puesto sobre una tarea pequeña, pero la hacemos mal, la hacemos descuidadamente, no la hacemos con cariño; entonces estamos mostrando que no se nos puede confiar.

 

     Ustedes recuerdan aquel pasaje en Isaías donde había dos sacerdotes, uno Sebna y el otro Eliaquim; y dice que Sebna era como un clavo flojo que no se podía colgar nada en él; si el clavo está flojo y tú le vas a colgar una cartera, pues se cae el clavo, se cae la cartera, todo lo que usted cuelgue de ese clavo se cae; ese es el mayordomo que es infiel, no se le puede confiar nada, no es responsable con aquello que se le encomienda; entonces no se puede poner en él nada, porque se pierde lo que se le confía; en cambio, por causa de su infidelidad, sería quitado Sebna y sería colocado Eliaquim; y dice que sobre ese clavo que era Eliaquim ahí sí se podría colgar la gloria de su Señor, se podía confiar en esa persona. A veces tenemos algunas pequeñas tareas que hacer, a lo mejor fueron los hermanos que nos pusieron a guardar las viñas, y la viña que era nuestra no guardamos. A veces somos descuidados, no somos constantes, no somos responsables; no importa que sea una cosa pequeña; para el Señor lo pequeño no es lo externo, lo grande o lo pequeño es adentro, no importa lo que hagas, sino como lo hagas para quien lo hagas, en quien lo hagas; lo importante es que lo que Dios puso en tu mano lo hagas en Espíritu para el Señor de todo corazón; entonces el Señor podrá colgar en ti la gloria, podrá después encomendarte una función en el reino eterno donde ya no habrá más tentaciones, donde ya no habrá más llanto ni más dolor, donde será una gloria inenarrable, donde la vida misma del Señor, su naturaleza expresada en gloria a través de ti haciéndote majestuoso a su imagen y semejanza; podrás servir en el reino, podrás gobernar, y podrás juzgar, porque el Señor dijo que al que venciere le dará autoridad sobre las naciones y la regiría con manos de hierro.

 

     Desde Montesquieu para acá, los tres poderes están divididos en el legislativo, el ejecutivo y el judicial; pero en el reino, desde el punto vista bíblico, los tres poderes están juntos; el Señor mismo es el legislador, El es también el ejecutivo y El es el juez, y también El delegará el gobierno y el juicio a sus hijos, ¿amén? También atarán y será atado, desatarán y será desatado; pero es en lo poco donde se nota la fidelidad. En vano decimos: bueno, cuando me toque lo grande, ahí voy a ser responsable; no, es ahora cuando me toca algo así como no tan visible, como ese pedazo de flauta rota allá en un basurero que nadie conoce, ahí es donde tenemos que ser fieles, cuando nadie nos conoce, cuando nadie nos aplaude, cuando nadie nos reconoce, cuando las cosas se hacen es por amor al Señor, y a pesar de lo difícil se hacen, porque El lo merece; eso el Señor lo aprecia, y eso El lo galardonará. Entonces dice aquí: “De cierto le pondrá sobre todos sus bienes”.

 

Pero si aquel siervo, y aquí está lo curioso, no está hablando de otro siervo. “Si aquel”, aquí ese si es condicional, o sea que una misma persona puede ser un siervo fiel o puede ser un siervo infiel; a veces fiel, a veces infiel; él no cambió de personas. En el caso de las vírgenes eran otras: unas eran las prudentes y otras eran las necias. En el caso de los peces buenos, unos eran los buenos y otros eran los malos. En el caso del trigo y la cizaña, uno era el trigo y otro era la cizaña; pero aquí está hablando de un solo siervo. “Si aquel siervo”, ese mismo que puede ser fiel o puede ser infiel; aquí no está hablando de distintas personas, ni haciendo diferencia entre salvos y perdidos, como habría la tentación de pensarlo, tanto en el calvinismo como en el arminianismo, de interpretar. Los calvinistas dirían: bueno, el siervo fiel era el regenerado, el predestinado; y el otro siervo, el siervo malo, era también el predestinado a condenación, ese no había nacido de nuevo; así dirían los calvinistas; y los arminianos dirían que aquel otro siervo, el siervo malo, es que perdió la salvación, y lo interpretarían en esos extremos; pero aquí el Señor no hace diferencia; la misma persona puede ser un mayordomo fiel o puede ser infiel, hipócrita. Cualquiera de nosotros puede ser hipócrita en cualquier momento, puede ser infiel en cualquier momento, puede ser egoísta, puede ser duro con sus hermanos, cualquiera de nosotros; y por eso a través de esta parábola, no la llamé del siervo infiel, ni del siervo fiel, sino “el siervo fiel o infiel”, porque es el mismo. Si aquel siervo, y uno de los evangelistas añade “malo”, o sea, siervo, que es una persona salva, pero que no anda en el Espíritu, sino en su mera naturalidad, se puede poner mala, porque nuestra naturalidad es mala. Cuando estamos en nosotros mismos somos malos, somos capaces de maldades, somos capaces de malas intenciones, somos capaces de venganza, somos capaces de muchas cosas, que para qué las vamos a mencionar acá, de las que todos nos avergonzaríamos; sólo basta con ser naturales para que seamos malos; sólo si le pedimos al Señor socorro para vivir en su poder es que seremos buenos; ninguno es bueno en sí mismo; ¿quién es bueno, sino Dios? Pero si de Bernabé se decía que era varón bueno, era porque vivía en Dios, porque era la vida de Dios a través de él, para que se pueda decir que era un varón bueno, porque Bernabé solo sería también malo, porque se dice que en pecado nos concibió nuestra madre; la maldad no sólo está fuera de nosotros, la maldad está en nosotros. Sí, todos descubrimos que en cualquier momento podemos ser malos, o podemos estar vigilando, vigilando sobre nosotros mismos, vigilando en función de encontrarnos con el Señor, ya sea cuando El venga o cuando nos lleve. Entonces cualquiera puede ser malo, incluso el bueno; si se suelta del Señor, se vuelve malo.

 

     “Si aquel siervo malo dijere en su corazón”, fíjense que no es algo público, a veces no es necesario decirlo, porque nosotros, para cubrirnos, a veces seguimos lo que es conveniente en el ambiente, pero lo que sucede en lo más profundo de nuestro corazón, esa es la realidad, lo que pensamos, lo que sentimos en lo íntimo, esa es nuestra realidad. Nosotros tenemos una vida externa que es la que todos ven, y tenemos una vida interior que es la que Dios ve, esa es nuestra realidad, lo que en lo más profundo de nuestro ser nosotros pensamos, nosotros queremos o no queremos, o sentimos, o decidimos; y aquí este siervo, que era malo, él no era malo para afuera, para afuera él cumplía con lo que se esperaría de un siervo, ¿verdad? Podía aparentar estar sirviendo, pero en su corazón él estaba lejos del Señor, en su corazón. “Si aquel siervo malo dijere en su corazón”, no afuera, no es afuera, no lo dice de boca para afuera, se lo dice a sí mismo, medita consigo mismo. “Mi señor tarda en venir”, o sea que es una persona descuidada, es una persona que bajó la guardia; cuan fácilmente bajamos la guardia. “Mi señor tarda en venir”, es bajar la guardia, es pensar que no podía suceder ahora, voy a darme un tiempito para pecar, para ser egoísta. Entonces dice aquí: “Mi señor tarda en venir, y comenzare a golpear a sus consiervos, a los criados y a las criadas”. Noten que los criados y las criadas no son inferiores, aunque él es el encargado, mayordomo, de darles el alimento a ellos, ellos son sus consiervos; pero golpear, herir, pisotear, pensar que somos superiores, que podemos pisar sobre los demás, eso lo hacemos porque estamos lejos del Señor, porque no aprendimos a temer en su presencia. En cualquier momento El viene o nos vamos.

 

     “Y aún”, no solamente esto, sino otro más, “Y aún a comer y a beber y a embriagarse con los borrachos”, es decir, dedicarse solamente a la satisfacción de su carne, cuando la persona se ha alejado del Señor pierde la sensibilidad, pierde el temor; una costra le entra en la conciencia que adormece y cauteriza a la persona y la persona actúa como si el Señor no lo fuere a sorprender; nos puede sorprender su venida, nos puede sorprender la muerte, nos puede sorprender la corrección del Señor cuando menos estamos esperando; a veces es por amor que nos sorprende la corrección.

 

     “Vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe”, y los dos, tanto Mateo como Lucas usaron una palabra en griego que es dikotomesei, que aquí fue traducida “castigará duramente”, porque era difícil explicar lo que es esta palabra, pero esta palabra es muy seria; la palabra dikotomesei, viene de la palabra dicotomía, de di que quiere decir dos, y tomía; átomos que no se pueden dividir, por eso es átomo; pero tomía es que se lo divide en dos; o sea, el Señor dividirá en dos, partirá en pedazos, a aquel siervo bruto con sus compañeros, dedicado a la carne, descuidado para con el Señor. Esa palabra dicotomía es una palabra muy seria. Ser divididos en dos en el momento del tribunal de Cristo, eso quiere decir que siendo nosotros siervos, y que nuestro lugar debería ser en el reino con el Señor, por no haber andado en el Espíritu en el cual tenemos al Señor, sino por haber andado en nuestra sola alma, y en nuestra carne, entonces no podemos estar con El en el reino, sino estar en una condición de castigo, aunque seamos salvos. Para que ustedes vean que quiere decir eso de cortar a una persona en dos, porque este castigar duramente no es la traducción exacta; la traducción exacta es de esa dikotomesei, o sea, lo dividirá en dos, lo partirá en dos, lo separará, lo despedazará; como quien dice: una parte aquí y otra parte allá. Para comprender ese fenómeno espiritual del castigo de ciertos salvos durante el Milenio, castigo de los salvos, su espíritu está unido al Señor cuando son regenerados, pero su alma y su cuerpo están como si estuvieran en el daño de la muerte segunda, pasando por el fuego en el Milenio, y lloro y crujir de dientes; aunque son salvos, está la persona dividida en dos, no es ni totalmente salvo, aunque es salvo en el espíritu, pero todavía su alma y su cuerpo no han sido glorificados; entonces tiene que pasar una prueba, como si fuera un perdido, porque aunque es un hijo, vive como un perdido; el Señor no lo tratará como un perdido, porque es un hijo, pero tampoco lo premiará, porque es un hijo carnal que está en pecado, y el padre debe corregir a su hijo, no para destruirlo, sino para purificarlo, para enderezarlo.           

 

     Para ver esa diferencia de ser partido en dos, vamos a ver un verso en 1ª de Pedro capítulo 4 versículo 6 donde se nota bien esa división en dos de una persona; dice allí: “Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios”. Aquí Pedro, que habló con el Señor después de resucitado de entre los muertos, pues el Señor estuvo cuarenta días con ellos, entonces Pedro habla cosas que las tomó de aquellas conversiones con el Señor. Entonces él dijo, así: “por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos”, ha sido, pero algunos arminianos dicen que debe seguir siéndolo; mas aquí solamente se refiere a que ya lo fue. Cuando el Señor murió, El fue al hades y El fue al seno de Abraham. El hades estaba dividido en el seno de Abraham, donde estaba Abraham, Lázaro y aquellos justos que esperaban que llegara algún día el Mesías; ellos no conocían quien sería el Mesías, y los otros que estaban como aquel rico Epulón en el fuego, esperando juicio, aunque ya estaba en fuego, pero no era todavía el juicio final, era solamente como una prisión temporal donde el ladrón espera que se le defina su situación, pero no se le deja suelto porque es ladrón o es homicida, tiene que estar preso, pero su sentencia es después. Entonces el hades es como esa prisión temporal; la gehena es la definitiva; hay un estado intermedio antes de la gehena que es después del juicio; aunque claro, algunos, las cabras, después del juicio de las naciones de Mateo 25, van a la gehena desde que el Señor juzga a las ovejas y a las cabras, ¿recuerdan? Pero entonces dice aquí: “predicado el evangelio a los muertos”. Cuando el Señor Jesús murió se dice que en espíritu fue y predicó a los espíritus encarcelados que desobedecieron en los días de Noe, aquellos ángeles caídos que fornicaron con las mujeres; pero también predicó a los muertos; ¿qué predicó? El evangelio, porque David no sabía que Jesús era el Salvador, Abraham no sabía, todos los del Antiguo Testamento no sabían que El era el Mesías. Ahora, los que esperaban a aquel Mesías que vendría y creían en Dios, cuando el Señor Jesús bajó al hades, El predicó el evangelio y las personas que en el hades recibieron al Señor, recibieron vida eterna en sus espíritus; pero claro que los que vivieron en la tierra y vieron como ellos vivieron, ellos sólo recuerdan su vida humana, pero no recuerdan su arrepentimiento y fe, porque no conocieron que también en el seol recibieron al Señor. Entonces dice aquí: “ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne, según los hombres”; o sea que lo que las personas hicieron tiene que ser juzgado en la carne; pero como recibieron al Señor, entonces viven en espíritu según Dios; pero miren cómo son posibles las dos cosas al mismo tiempo suceder: vivir en espíritu según Dios, y al mismo tiempo ser juzgado en la carne según los hombres; estas dos cosas se pueden dar en una misma persona. Si ustedes recuerdan el pasaje que siempre recordamos en 1ª a los Corintios 3, por favor vayan allí, donde se ven también las dos cosas al mismo tiempo.

 

     1ª a los Corintios capítulo 3 versículo 15; allí no habla de la pérdida de la salvación, sino del galardón. Dice: “Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego”; o sea que aquí usa la palabra “sufrir”, usa la palabra “pérdida” y usa la palabra “fuego”, y sin embargo no perdió la salvación, no fue pérdida de la salvación, pero si fue pérdida del galardón, pérdida de estar con el rey colaborando en el Milenio, y estar, en vez de eso, en las tinieblas de afuera, en el crujir de dientes, en el lloro, en el llanto, en el lamento. Entonces dice aquí: “si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego”; las dos cosas están ahí. El es salvo porque en su espíritu algún día recibió al Señor, esa persona nació de nuevo, pero si no anduvo en el Espíritu, si anduvo peleándose con sus hermanos, si anduvo dedicado a la carne y al egoísmo, entonces el Señor no va a negar que es un hijo, pero si lo va a corregir como a un hijo malcriado, porque no va a estar en el reino si fue malcriado. Para estar en la Nueva Jerusalén tiene que corregirse; y ¿qué época le va a quedar para corregirse si llega el tribunal de Cristo? Tiene que ser a partir del tribunal de Cristo, que es lo que inaugura el Milenio. Entonces por eso dice que es salvo pero como por fuego, con sufrimiento y pérdida, pero no de la salvación; es decir, cortado en dos.

 

     Veamos otro pasaje aquí en el Salmo 89; voy despacio por causa de los hermanos más nuevos. Allí en este Salmo también aparece la diferencia entre salvación eterna por gracia, y corrección o castigo de los hijos. Entonces en el Salmo 89, leemos desde el verso 26 hasta el 37 de la siguiente manera: “El me clamará”, o sea, el Hijo; por eso dice: “Mi padre”; el Hijo es el que clama: “Mi padre eres tú, mi Dios, y la roca de mi salvación”. Entonces dice el Padre: “Yo también le pondré por Primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra”; o sea, ese es Cristo, ese es el Hijo, esa es la promesa del Padre al Hijo, lo pondré por Primogénito; el Unigénito vino a ser el primogénito entre muchos hermanos que somos todos nosotros. “Para siempre le conservaré mi misericordia, y mi pacto será firme con él”. Dios hizo un pacto, Dios el Padre le dijo al Hijo: De todos los que yo te dé, tú no pierdas ninguno, sino que lo resucites en el día postrero; y por eso El murió y derramó su sangre; la sangre del Nuevo Pacto, es decir, el precio que El pagó es la parte del pacto que El cumplió. Ahora el Hijo se refugia en el Padre, que salva. Entonces dice aquí: “Pondré su descendencia para siempre”; esos son los que van a reinar con Él. “Y su trono como los días de los cielos”;  reinar tanto en el Milenio como en la Nueva Jerusalén. Pero ¿qué pasa si esos hijos, esa descendencia, son infieles, son hijos que no andan en el Espíritu, que descuidan lo que recibieron y andan en la carne? Entonces dice: “Si dejaren sus hijos mi ley, y no anduvieren en mis juicios, si profanaren mis estatutos, y no guardaren mis mandamientos, entonces castigaré con vara su rebelión, y con azotes sus iniquidades”; el Señor castigará a sus hijos en esta tierra; y si no es suficiente, en el Milenio. “Mas”, aleluya! Qué maravilla el verso 33, a pesar del castigo, “Mas no quitaré de él mi misericordia, ni falsearé mi verdad. No olvidaré mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios. Una vez he jurado por mi santidad, y no mentiré a David. Su descendencia será para siempre”. Ah! pero son hijos renovados, pero son castigados. Puede sufrir pérdida y pasar por fuego, pero son salvos, porque la salvación no es por obras, la salvación es un regalo que se recibe por fe. Si un hijo recibió al Señor, el Señor dice: nadie los arrebatará de mi mano, esa persona es salva, pero que sea salvo no quiere decir que no pueda ser castigado en esta vida y en el Milenio. Por eso dice: si sus hijos anduvieren mal, serán castigados con vara. Entonces el Señor si anuncia castigo para los hijos, para los siervos, pero no es un castigo eterno. La palabra eterno no aparece aquí, aparece la palabra castigo, pero no eterno. Con los impíos, con las cabras, allá en Mateo 25, cuando el Señor se sienta frente a las naciones y son separados como ovejas y cabras, ahí sí dice la palabra aionico, o sea castigo indefinido, las cabras llevarán este castigo aiónico, pero los siervos son castigados duramente, son partidos en dos, pero no eternamente.

 

     Dice la Palabra: “ponte de acuerdo con tu adversario, pronto, entretanto que estás con él en el camino”; cuando estamos en esta tierra debemos arreglar nuestros problemas, no sea que el adversario te entregue al juez, el juez al alguacil y seas echado en la cárcel. De cierto te digo, dice el Señor, que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante, o sea no es que va a quedar eternamente allí, pero va a pagar lo que debe si no lo paga ahora. Por eso es que ahora debemos corregir los errores aquí, ahora, ponernos de acuerdo con nuestro adversario, ya, finiquitar el problema ahora, no sea que se vaya el uno, y tocó esperar, o me vaya yo, o nos vayamos los dos, o venga el Señor, entretanto que estamos en el camino, porque si no, vamos a parar a esa prisión, el daño de la muerte segunda; y dice: no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante. Por eso dice el Salmo 89:36: “Su descendencia será para siempre, y su trono como el sol delante de mi. Como la luna será firme para siempre, y como un testigo fiel en el cielo”; el Señor salva a la persona porque la persona recibió al Señor y creyó en el Señor, los pecados que fueron reconocidos, los pecados que fueron confesados, los pecados fueron arreglados, la sangre los ha limpiado. El Señor dice: Nunca más me acordaré de tus pecados; pero si ese hijo, ese siervo, aunque es salvo, es hijo, sigue pecando y no reconoce sus pecados, sigue ofendiendo y no reconoce sus ofensas, ¿qué va a pasar? Va a tener que ser corregido; si las reconoce es perdonado y el Señor nunca más se acuerda. Lo que la sangre limpió, la sangre borró, y Dios dice: lo eché en el mar del olvido y nunca más se acuerda; el problema es si nos sorprende la hora de su venida o nuestra muerte sin haber pagado nuestras deudas, reconocido nuestros pecados, haber arreglado las cosas a tiempo, ¿amén?

 

     Volvamos a la parábola. Creo que con esas disgresiones que hicimos en Pedro, el Salmo 89 y 1°Corintios vimos  que es posible estar en el espíritu salvo, y al mismo tiempo estar en sufrimiento, en pérdida, en lloro, en crujir de dientes, en tinieblas de afuera, que no dice que sean eternas en este contexto, porque la persona es salva como por fuego, por eso está dividida en dos, ¿se dan cuenta? Dividida en dos porque es un hijo, pero un hijo que tiene muchas cosas que pagar y muchas cosas que aprender; entonces por eso no puede estar con sus hermanos, sino que estará excluido, no para siempre, pero lastimosamente excluido de lo que era para él, hasta que pague el último cuadrante.

 

     “En la hora que no sabe vendrá el Señor y lo cortará en dos” , lo separará, lo dividirá, que aquí se tradujo, lo castigará duramente, pero esa es una traducción muy generalizada; la palabra exacta es lo dicotomizará, o sea que hará una dicotomía; esa palabra se usaba cuando el sacrificio se ponía sobre el altar, venía aquel cuchillo y lo despedazaba hasta que todos los pedazos quedaran separados en el altar, aquí el hígado, allí el corazón, allí las vísceras, allí la carne, allí los huesos, todo en pedacitos; así tiene que tratar el Señor con nosotros. El trata con nosotros ahora. Amados, yo siempre lo digo, y lo digo con mucho cariño, con mucha delicadeza: lo que no nos afecta, no nos transforma; lo que no nos duele no nos transforma; solamente lo que trata profundamente con nosotros, eso es lo que nos transforma, lo digo con cariño. Tenemos que ser puestos allí y despedazados ahora para no serlo después, ¿amén?

 

     Sigue diciendo: “y le pondrá con los infieles, pondrá su parte con los hipócritas”, aquí se refiere a los siervos infieles o siervos hipócritas, o sea que solamente hacían teatro, pero que no han guardado la verdad en lo íntimo. El Señor nos guarde del teatro. “allí será el lloro y el crujir de dientes”.

 

     “Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó”, o sea que para hacer la voluntad de Dios hay primero que prepararse y hacer, porque hacer su voluntad es prepararse para su venida para encontrarnos con El, “ni hizo”, son dos cosas: prepararse y hacer. A veces no hacemos porque no nos preparamos; hay cosas en que nos habríamos podido preparar y no nos preparamos, y no pudimos hacer porque para hacer tenemos que estar preparados. La oportunidad para prepararse, la descuidamos. “Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes”. Aquí habla de siervos azotados y les voy a decir porqué el Señor azota.

     Vamos al Libro de Proverbios; esto sobre todo para los que somos papás; tenemos que conocer esto, Proverbios capítulo 20; vamos a leer el verso 26 y el verso 30. Proverbios versos 26 y 30. El verso 26 dice: “El rey sabio”, ese es el Señor, “avienta a los impíos, y sobre ellos hace rodar la rueda”. Un rey sabio no le deja el camino fácil a los impíos. “El rey sabio avienta a los impíos, y sobre ellos hace rodar la rueda”, los pone a moler, eso hace el rey sabio. El verso 30 dice: “Los azotes que hieren son medicina para el malo, y el castigo purifica el corazón”. Ellos son siervos, son hijos, ellos recibieron al Señor. ¿Cuál es la prueba de que son salvos? Ellos dijeron: Mi señor tarda en venir, pero dijeron: Mi señor, o sea que se reconoció que era el Señor y se reconoció que iba a venir, que va tardar, pero que va a venir, viene, sólo que tarda en venir, pero reconocen que va a venir y reconocen que es su Señor, o sea que se es un creyente, un siervo que el Señor puso, el Señor no va a poner incrédulos en su reino, El pone hijos a servir en la iglesia, pero ese hijo primero fue puesto por el Señor como siervo y ese reconoció que el Señor era su Señor y que iba a venir, o sea que era un siervo, era un salvo, pero qué dice aquí: “Los azotes que hieren son medicina”, el Señor hiere. Uno qué pensaría que el azote fuera medicina; el azote no es que el Señor tenga rabia y quiera desahogarse de la rabia que tiene, no, El nos quiere curar, nos quiere hacer mejores. Entonces dice: “Y el castigo purifica el corazón”. El castigo purifica el corazón, porque el Señor quiere purificar, castiga.

 

     Vamos a ver otro verso: Deuteronomio capítulo 25 versículo 2; aquí está el Señor hablando en el tiempo de la ley, mostrando como es su rectitud; leo desde el verso 1 y voy a leer hasta el 3 para tener el contexto inmediato. Deuteronomio 25:1-3: “Si hubiere pleito entre algunos”, porque a veces hay pleito, ¿qué harán? “y acudieren al tribunal para que los jueces juzguen”, así era en la ley, cuanto más en el cumplimiento de la ley que es Cristo, “que los jueces los juzguen, éstos”, éstos (los jueces) “absolverán al justo, y condenarán al culpable. Y si el delincuente mereciere ser azotado, entonces el juez le hará echar en tierra, y le hará azotar en su presencia”; por eso dice que aquellos en la presencia del Cordero son azotados; “le hará azotar en su presencia, según su delito será el número de azotes”. Por eso dice que unos serán azotados muchos y otros serán azotados poco, porque no todos tienen el mismo delito; según el delito serán azotados, o poco o mucho; ahora, miren la misericordia de Dios. “Se podrá dar cuarenta azotes”, el número de juicio es cuarenta, más de cuarenta no, cuarenta; por eso es que ellos sólo daban 39 por si acaso daban 40 azotes menos uno, por si habían contado mal, no sea que se excedieran, era mejor que faltara y no que se excediera, por eso ellos daban 39, por si habían dado otro y no se acordaban, para no pasar a 41, porque dijo: “Se podrá dar cuarenta azotes, no más”; entonces miren aún la misericordia de Dios, el número 40 es el número de juicio, pero ese no es un juicio eterno, es un juicio para purificar, por eso tiene término, no más, “no sea que, si lo hirieren con muchos azotes más que éstos, se sienta tu hermano”, o sea que es un hermano azotado, “envilecido delante de tus ojos”. Hay que castigar pero no para que el que es castigado se sienta envilecido, sino para que él mismo compense lo que hizo, pague lo que debe, aprenda lo que debe aprender, amén?.

 

     Volvamos a la parábola: “Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco”. Uno pensaría: Señor, pero por qué va a ser azotado si no sabía; uno piensa que no sabía; hay unos que saben más, que son más conscientes, por eso dice: no os hagáis muchos maestros porque recibiréis mayor condenación; o sea que a mí, por ejemplo, se me juzgará más duro que al que no está aquí al frente; pero no piense que si no sabía no pasó nada, no. A veces uno hace lo que no debe sin saberlo, y hace eso sin darse cuenta, pero está haciendo algo malo. Cuando se de cuenta tiene que reconocerlo y tiene que haber expiación. Confesar que hizo algo equivocadamente. Vamos a ver eso en Levítico capítulo 5 versículo 17.

 

     Levítico 5:17: “Finalmente”, dice allí Dios por Moisés, “si una persona pecare”, noten que usa el verbo pecar, “o hiciere alguna de todas aquellas cosas que por mandamiento de Yahveh no se han de hacer, aún sin hacerlo a sabiendas, es culpable”; cuánto más si lo hace a sabiendas, es más culpable, pero aún si uno hace algo malo sin saber, es culpable, “llevará su pecado”, porque debería haber indagado y conocido la voluntad de Dios, además que Dios no se ha dejado sin testimonio y a través de la creación quedamos sin excusa, por eso somos inexcusables.

 

Vamos a Números capítulo 15, vamos a leer desde el versículo 22 en adelante: “Y cuando erraréis, y no hiciereis todos estos mandamientos que Yahveh ha dicho a Moisés, todas las cosas que Yahveh os ha mandado por medio de Moisés desde el día que Yahveh lo mandó, y en adelante por vuestras edades, si el pecado fue hecho por yerro con ignorancia de la congregación, toda la congregación ofrecerá un novillo por holocausto en olor grato a Yahveh, con su ofrenda y su libación conforme a la ley, y un macho cabrío en expiación. Y el sacerdote hará expiación por toda la congregación de los hijos de Israel,; y les será perdonado, porque yerro es”; noten, era por ignorancia, pero ignorancia ¿por qué? porque no habían buscado la voluntad de Dios, ignoraban pero de todas maneras quedaba un poquito de culpa, dice que es culpable, no tanto como el que sabiendo y a propósito hace, pero el que no sabe porque no buscó como hay que hacer las cosas y las hace erradamente, cuando se de cuenta que hizo algo errado, no diga: Ay! yo no sabía; diga, erré, no me di cuenta, pero erré, Señor, perdóname, y ofrecer el novillo, reconocer y cubrirse con la sangre, no con la auto-justificación de que no sabía; la justificación de que uno no sabía, no lo limpia; la sangre lo limpia, uno tiene que confesar: Señor, éste era un error y yo no lo sabía.

 

     Vamos a ver algunos ejemplos de eso en la Biblia. Vamos a Lucas capítulo 23 , versículo 34: “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”; o sea que necesitaban ser perdonados aunque no sabían lo que estaban haciendo, pero estaban haciendo algo malo y Jesús no decía: Padre, ellos no saben; no, perdónalos porque no saben lo que hacen.

 

     Pasemos a Hechos capítulo 3 versículo 17; dice el apóstol Pedro hablando a Israel: “Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes. Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado”; o sea, ellos hacían cosas por ignorancia, pero a esos que hacían cosas por ignorancia les dice: “Arrepentios y convertios para que sean borrados vuestros pecados, para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio”, amén.

 

     Pasemos a 1ª a Timoteo capítulo 1, versículo 13; dice Pablo: “habiendo yo sido antes blasfemo,” o sea, no dice que porque no sabía no blasfemó, no, blasfemó aunque no sabía; “habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador”; o sea, sus pecados fueron: blasfemia, perseguir al Señor y a la iglesia e injuriar; él no lo sabía, pero fue pecador en esas tres áreas. Y dice: “mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús”. Amén hermanos. Eso era para que enriqueciéramos esa frase del Señor Jesús que dice: “Mas el que sin conocerla”, o sea que sin conocer la voluntad de Dios, “hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco”.

 

     Miremos un último verso aquí: Salmos 19 versículo 12; vamos a ver que dice allí; dice de la siguiente manera: “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos”; o sea que uno puede estar errando y para uno puede ser oculto, entonces nuestra oración no debe ser, sólo Señor perdóname de lo que soy consciente, sino perdóname Señor de lo que me es oculto; quizá yo estoy pecando en algo que no me doy cuenta y debo pedirle al Señor que El me muestre, aunque me duela; tengo que ver la verdad y que me perdone, ¿amén hermanos?

 

     Yo recuerdo una vez, y perdón por una anécdota personal; cuando era nuevo en el Señor, tenía apenas dos años, digamos, estaba en el segundo año de convertido, y empecé a leer al hermano Branham; él tenía muchas cosas buenas, pero tenía también algunos errores; como yo era nuevo, no discernía, y comía el pastel con todas las semillas crudas y todo; él mismo decía que si encontrábamos una semilla, debíamos sacarla, pero como yo no distinguía entre pastel y semilla, me comía la semilla junto con el pastel, lo bueno con lo errado, y así continué hasta que un día el Señor me concedió la gracia de decirle al Señor, así como dice allí en Proverbios: No te apoyes en tu propia prudencia, fíate del Señor, El enderezará tus veredas. Si tú te apoyas en tu propia prudencia, si tú te apoyas en la forma como tú ves, tú puedes errar, porque tú no ves todo como verdaderamente es; el que sí sabe todo como verdaderamente es, es Dios; por eso uno no debe basarse en que como uno ve, sino que uno tiene que decirle: Señor, yo quiero ver como tú ves. Esa vez el Señor me concedió misericordia, y le dije: Señor, a mi esto que leo me parece correcto, puede estar correcto o puede estar equivocado, pero yo te amo es a ti, Señor; yo te quiero seguir es a ti, así que yo te pido a ti que si esto es correcto, tú me lo confirmes, y si es errado, tú me lo muestres; a mí me parece correcto, pero ya no voy a poner el punto final, yo no voy a estar seguro, empecinado en lo que yo pienso; voy a dejar que el Señor dé la última palabra y renuncio a mi propia prudencia. Cuando yo hice eso de todo corazón, el Señor de a poquito me empezó a mostrar los errores, de a poquito, porque no aguantaba todo de golpe; esto es un error, esto también es un error y esto también, y tuve que empezar a arrepentirme y retractarme públicamente y por escrito de los errores que yo pensaba que estaban bien; pero si yo no le hubiese dicho al Señor, el Señor me habría respetado mi elección de mi propia prudencia; yo escogí mi propia prudencia, entonces El no pudo enderezar mis caminos, hasta que renuncié a mi prudencia, a mi dogmatismo y dije: Señor, puede ser que no vea como es, quiero ver como tú, te amo es a ti, enséñame tú, descanso es en ti, corrígeme si es necesario, yo no sé. Entonces El me enderezó. Fíate de Yahveh de todo corazón y El enderezará tus veredas; entonces así estamos siguiendo de verdad al Señor y no a nosotros mismos; amén hermanos.

 

     Ya estamos terminando: “El que sin conocerla”, vea, los pecados ocultos, “hizo cosas dignas de azotes”, o sea que aún sin conocer unas cosas que son dignas de azote es pecado, hay culpa, no tanta como cuando es de adrede, pero hay una medida, como dice Romanos 1 que el hombre es sin excusa, y Romanos 2 dice que aún nuestra conciencia nos redarguye, aunque no conozcamos mucho, por lo menos sospechamos algo, ¿amén? Entonces dice: “El que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho…”, aquí no dice qué, haya dado lo que haya dado, puede ser que le dio conocimiento, puede ser que le dio oportunidades, le dio talentos, le dio dones, le dio dinero, propiedades, lo que sea que Dios te haya dado, eso es para ponerlo al servicio del Señor. Según lo que te haya dado, eso te pedirá. ¿Qué hiciste con lo que te di? ¿Qué hiciste para mí, claro, dice el Señor. “a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado más se le pedirá”. Por eso el Señor dijo que el castigo para Betsaida sería menos tolerable; para nosotros oír Betsaida, qué rico Betsaida, Felipe era de Betsaida, la aldea de Pedro, Andrés y Felipe; Capernaum donde moró el Señor; Corazín; el Señor dice: en el día del castigo, será más tolerable el castigo de Sodoma y de Gomorra que el de Betsaida, más tolerable el de Tiro y de Sidón que eran fenicios que el de estas ciudades. ¿Por qué será más tolerable? Vemos que en el castigo no todos son parejos, sino que a unos el castigo es más tolerable que a otros; unos sufrirán más que otros; los dos serán castigos, pero habrá castigos menos tolerables, o sea, más difíciles de sobrellevar y hay otros castigos más tolerables; entonces el Señor habla de eso allí, ¿verdad?

 

     Leamos un verso, el último que vamos a leer. Amós capítulo 3 versículo 2. Dice allí: “A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto, os castigaré por todas vuestras maldades”; o sea, El escogió a Israel, se le reveló a Israel más que a otros, Israel hizo cosas peores, entonces tuvo que corregirlos más duro. Cuando vemos la historia de Israel, persecuciones, los campos de concentración, la diáspora, etc. vemos mucho castigo, pero ¿por qué? El Señor dijo: sólo a ustedes yo los conocí, sólo a ustedes el Señor se reveló, a Israel; las demás naciones no conocían nada, por eso es que los voy a castigar por sus maldades. Jesús también dijo: Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado, pero ahora no tienen excusa. Hermanos, nosotros que sabemos, seremos medidos más estrictamente. Al que mucho se le haya dado, más se le demandará. Al que se le dio poco, poco se le demandará.

 

     “Al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá”. Entonces, hermanos, que esta parábola del siervo fiel o infiel, verdaderamente nos ayude, verdaderamente nos impulse a volvernos al Señor, a pedir su socorro, pedir su gracia y vivir por El. Amén, hermanos! Vamos a orar de todo corazón. El Señor es misericordioso.

 

     Nuestro Dios, nuestro Dios, no queremos ser oidores olvidadizos, no queremos ser como aquellas plantas espinosas que en vez de producir fruto con la lluvia, usan la lluvia para las espinas; la misma lluvia que alimenta los frutos dulces, alimenta también las zarzas y los espinos. Queremos ser buenos frutos, árboles de buen fruto, que la semilla de tu palabra, el agua viva de tu palabra que nos riega, produzca fruto para ti que eso es lo que tú deseas, y por eso nos reúnes, no para castigarnos, sino para ser tus hijos amados y porque nos amas nos amonestas y nos llamas. Padre, perdona nuestros pecados, perdona aún los que no son ocultos, ayúdanos a ser absolutamente sinceros. Si no sabemos ser sinceros, ayúdanos a serlo, ayúdanos a vivir a tu luz para juzgar las cosas según tu luz, para ser corregidos, para ser hechos hijos e hijas fieles, estables, firmes, para que tu gloria pueda ser manifiesta en aquel día. Que no estemos llorando, mientras otros están sirviendo en el Milenio. Señor, ayúdanos, ayúdanos, que la verdad no nos ofenda, que la verdad nos convierta y nos sane, en el nombre de Jesús. Te pedimos, Señor, que consueles nuestros corazones, que consueles todos los corazones, Señor, que por una u otra cosa sufren. Todos sufrimos a veces, de una u otra manera, pero tú conoces los que pasan pruebas difíciles. Señor, tu mano sanadora sea sobre cada una de nuestras almas, sé sobre el alma de los abatidos, porque tu viniste a dar gozo a los quebrantados, óleo de alegría a los contritos. Señor, porque tú eres el Cristo Salvador. Señor, aquí estamos haciéndonos más responsables delante de ti, pero no tememos esto porque de verdad queremos ser fieles, porque confiamos que nos ayudarás. Ayúdanos a serte fieles, es lo que te pedimos. Ayúdanos a vencernos a nosotros mismos y a ser buenos, compasivos, misericordiosos, delicados unos con otros; en el nombre del Señor Jesús, porque con el juicio con que juzgamos seremos juzgados y juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia. Concédenos, Señor, ser misericordiosos para alcanzar misericordia, en el nombre del Señor Jesucristo. Ayúdanos a perdonar, ayúdanos a corregirnos, ayúdanos, en el nombre de Jesucristo, amén. La paz del Señor sea con los hermanos. 

 

Gino Iafrancesco V., 26 de abril 2005, Bogotá D.C., Colombia.

Transcripción de la hermana Marlene Alzamora, revisada por el autor.

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