RELACIÓN SOBRE LOS DÍAS DE PELEG
Bosquejo histórico · 2.
RELACIÓN SOBRE LOS DÍAS DE PELEG
Después de la caída del hombre, y su expulsión del Edén, aunque con la promesa de redención mediante la Simiente herida de la mujer, la humanidad antediluviana se corrompió y mezcló con los nefilim, por lo que fue destruída mediante la catástrofe diluviana, con excepción de Noé y su familia en un arca, juntamente con gran variedad de animales. Tras el Diluvio, la humanidad entera entró en el pacto noético con Yahveh Elohim. Pero poco a poco comenzó de nuevo a apartarse de Dios. Nimrod lideró un movimiento de resistencia a Yahveh Elohim, fundando varias ciudades bajo su hegemonía, y conduciendo la construcción de un inmenso zigurat en cuya cúspide estuviese plasmada la concepción astrológica corrompida por los arcontes caídos, y donde serían copularmente de nuevo recibidos, para organización de un imperio único rebelde. Esto sucedió después de los días de Cainán II Sala semita, quien había nacido en al año 1693 desde Adam, y que engendró a Sala II, el cual nació en 1723; éste último fue el padre de Heber, quien cruzó el Eufrates, y fue el patriarca que dió nombre a los hebreos.
En aquellos días Yahveh Elohim juzgó de nuevo a la humanidad, que ahora seguía las directrices de Nimrod, confundiendo sus lenguas a partir de Babel, y esparciéndolos a lo largo y ancho de y'vasha-erets-adama, a partir de la tierra de Sinar en Sumeria. Y para asegurar su dispersión, no solo cultural sino también física, y estorbar con impedimentos su conspiración y conjura, por medio de una gran catástrofe, secuela de los movimientos telúricos diluvianos que siguieron a la mudanza de los polos magnéticos de la tierra, que mudó el clima y la configuración del continente llamado luego Pangea, y también Gondwana, escindió ahora también violentamente con grandes hendiduras la superficie seca de la tierra, dando lugar al paso masivo de las grandes corrientes oceánicas, y dando inicio a la deriva de los continentes, y que aún ahora continúa inexorable amenazando ruina, de la misma manera como habló Yahveh por Isaías en su profecía sobre las bestias del Neguev: "Porque desechásteis esta palabra, y confiasteis en violencia y en iniquidad, y en ello os habéis apoyado; por tanto, os será este pecado como grieta que amenaza ruina, extendiéndose en una pared elevada, cuya caída viene súbita y repentínamente. Y se quebrará como se quiebra un vaso de alfarero..." (Is.30:13, 14a).
Eran, pues, los tiempos del patriarca Heber. En los días de aquella gran catástrofe, le nació a Heber su primogénito; entonces, para conmemorar aquel terrible acontecimiento, le llamó a su hijo con el nombre de Peleg. Por eso está escrito en el sacro y antiguo Toledot Shem (Relaciones de Sem), también incorporado por Moisés en B'reshit, lo siguiente: "wl'Heber yuler sh'ny banim shem haejad Peleg ky b'yamayn nifelega haerets v'shem ajayv Yaqtan". Lo cual significa: "Y a Heber nacieron dos hijos: nombrado el uno Peleg, ya que en sus días escindióse violentamente con hendiduras la tierra. Y nombrado su hermano Joctán" (Gn.10:25). Ésto aconteció en el año 1787 desde Adam, cuando Heber tenía 34 años.
El nombre Peleg viene del verbo "nifelega", que significa escindir violentamente con hendiduras; "nifelega" es la conjugación en tercera persona singular del verbo "pälag". Algunos traductores han traducido simplemente como "dividir", dando a entender apenas como si se tratase de distribuir o repartir los terrenos. Pero en ese sentido nunca es usado el verbo "pälag". El verbo que se usa en las Sagradas Escrituras para ese otro sentido de dividir, repartir o distribuir, es el verbo: "jälaq", como en Josué 18:10; 22:8; 2º Samuel 19:29; Isaías 9:3. Todo esto lo argumentó muy bien en Exeter, Inglaterra, en 1937 d.C., el autor Benjamín Adam, en su libro: "Historia del Paganismo". En cambio, la expresión hebrea "pälag", está cercana a "pä'ah", que significa despedazar. También la raíz hebrea "pele'" significa acontecimiento extraordinario y demasiado difícil e increíble, que causa estupenda destrucción; como lo explica el profesor Víctor P. Hamilton en el Diccionario Internacional de Teología del Antiguo Testamento.
Acerca de la antigüedad de la Tableta del sacro Toledot Shem, el profesor de antropología Arthur C. Custance, M.A., Ph.D. (1910-1985), en su libro: "Orígenes de las Naciones", la demuestra al exponer los muchos indicios de arcaicidad, tales como: el apenas incipiente desarrollo jafetita, el ensalzamiento cusita de los camitas en vez de Mitzraim, el silenciamiento de Tiro al lado de Sidón, la existencia de Sodoma y Gomorra como ciudades aún contemporáneas al escritor, la dedicación especializada a los joctanitas que decayeron en tiempos posteriores, al mismo tiempo que el silencio acerca de la descendencia de Peleg, de quien proviene nada menos que Abraham, la ausencia a cualquier referencia a Jerusalem, la cual es apenas conocida con el viejo nombre de Jebús. Cosas impensables para un supuesto escriba elohista o sacerdotal de los tiempos judíos tardíos a que atribuyen el documento los críticos escépticos de la hipótesis documentaria.
La deriva de los continentes por la rotación de la tierra y las presiones oceánicas, de que nos da noticia el Toledot Shem, documento arcaico semita (Gn.10:1b - 11:10a), tan evidente a simple vista cuando se observa la coincidencialidad de los bordes periféricos continentales, y los amontonamientos montañosos de las placas tectónicas, por ejemplo, hacia el norte en la cadena de los Himalayas, y hacia el occidente en la cordillera de los Andes, etc., comenzó a ser reconocida desde Alemania, en 1912, por Alfred Wegener, quien además señaló las coincidencias paleontológicas de la fauna y la flora, fracturadas por los hundimientos tectónicos, como en el caso de la morfología del nordeste brasilero y el golfo de Guinea; si bien, para varios casos, se hace necesaria una mayor consideración de los zócalos continentales. Las cadenas montañosas septentrionales de Noruega y Escocia tienen continuidad en Groenlandia y Canadá. El antiguo clima tropical boreal ha sido demostrado por los yacimientos de carbón, y la distribución generalizada del helecho glossopteris fósil. El aislamiento de la fauna australiana salvó a los marsupiales de los depredadores que en otras latitudes los extinguieron; aunque también se han descubierto fósiles marsupiales en la Antártida. Se está previendo también la separación de Sudamérica, y la unión de los océanos Pacífico y Atlántico. La consideración de las rocas imantadas ha demostrado que sí hubo un cambio de los polos magnéticos del planeta, como el que pudo darse en el Diluvio y otras ocasiones, y como los que se esperan en la apertura del sexto sello por el Cordero de Dios, y al derramarse la séptima taza apocalíptica. El providencial movimiento de la litosfera nos ha traído, pues, hasta aquí, donde nos ha tocado vivir nuestra historia. □
(Continúa, Dios mediante)...
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Teusaquillo, 2007, giv.
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