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SEFER GITAIM (20) / Labayú de Siquem

 

LABAYU DE SIQUEM.

Respecto de las alianzas de los heveos que giraban alrededor de la ciudad de Gabaón y compañeras, con Josué y los hebreos (habirú/apirú), también la arqueología tiene algo que decir. En las Cartas de El Amarna [#289:22,23] aparece el Tratado realizado por Labayu heveo con los habirú/apirú. Tal tipo de tratado de vasallaje, donde el vencido se sometía al vencedor para preservar la vida, como el que los heveos gabaonitas pactaron con Josué e Israel, era típico en la época, como puede constatarse en los tratados heteos del rey hitita Mursilis II con los pueblos Kashka de Taptina, Jurushama y Pikurzi, según los Anales de Mursilis publicados por A. Goetze, desenterrados por la arqueología en Hattusa. Dice, en efecto, el Texto Hitita de los Anales de Mursilis:

-"Las etnias de Taptina, de Jurushama y de Pikurzi vinieron a mi encuentro. Cayeron a mis pies y hablaron del siguiente modo: -¡señor nuestro, no nos aniquiles; tómanos por vasallos y haznos guerreros y acarreadores!-".

El régimen de vasallaje hitita fue similar al solicitado a Josué e Israel por los heveos de Gabaón y alrededores. También, antes de la derrota de la Coalisión de Merom, la cual cayó ante Josué e Israel, un rey de Hazor anterior a Jabín, huyó de su ciudad y buscó refugio entre los hebreos (habirú/apirú), según consta en una de las Cartas de El Amarna, en la que el faraón egipcio Amenofis III recibe el informe del rey de Tiro en que este denuncia que el sharrum (rey) de Hazor ha abandonado la ciudad y se ha refugiado con los habirú. Labayu rey heveo de Siquem, que pactó con los habirú, no obstante se había mantenido antes independiente de la órbita del poder del faraón egipcio. Incluso le escribió una carta al faraón en la que le decía:

-"Si alguien aplasta a las hormigas, ellas no lo aceptan pasivamente, sino que muerden la mano del que las hiere".

Lo cual consta en la colección de las 350 Cartas de El Amarna encontradas en 1.887 en los Archivos del faraón Amenofis IV Akenatón.

Entre estas Cartas de Amarna consta también la siguiente que envía Biridiya de Meguido al faraón, quejándose de Labayu de Siquem: -"Al rey, mi señor y mi sol. Así Biridiya siervo real del rey. Siete y siete veces me he postrado a los pies del rey, mi señor. Sepa el rey mi señor que después del retorno de las tropas de arqueros, Labayu me hizo la guerra y no hemos podido salir de la puerta ni esquilar por causa de Labayu. Cuando supo que no habías concedido tropas de arqueros, entonces dirigió su rostro contra Megido. Quiera mi señor el rey proteger a esta su ciudad para que no se la tome Labayu. En verdad que la ciudad se está consumiendo por la muerte y la epidemia. Envíe, pues, el rey a cien hombres de la guardia para proteger a esta su ciudad, para que no se la tome Labayu, pues a la verdad que no es otra la intención de Labayu sino buscar la destrucción de Megido."

No obstante, Labayu no se quedó atrás y políticamente escribió al faraón para deshacer los efectos de la carta de Biridiya de Megido al faraón. He aquí la protesta política de Labayu de Siquem hallada entre las Cartas de Amarna: -"A mi señor el rey, mi sol: Así Labayu, siervo tuyo, polvo que pisas. Siete y siete veces me he postrado al rey mi señor y mi sol. Escuché las palabras que me ha escrito el rey. Pero acaso quién soy yo para que el rey pierda su pais por mi causa? Pues yo soy un siervo fiel del rey y sin culpa, pues en nada he faltado, pues no retengo mi tributo ni rehuyo las órdenes del comisionado. Soy calumniado y maltratado, y el rey no investiga a fondo las acusaciones. Sería acaso mi falta que cuando entré a Gezer expuse que el rey había tomado mis posesiones, pero no las de Milkili? Sé muy bien de las tretas de Milkili que me son contrarias. También el rey me ha escrito acerca de mi hijo; pero yo no sabía nada acerca de que mi hijo estuviera de trato con los hapirú, ni le he entregado en manos de Addaya. Añado que si el rey me pidiera a mi propia esposa, no la retendría; y si me ordenara que me clavase el corazón con un puñal de bronce, obedecería a la orden real."

Tras la alianza de Labayu de Siquem con los habirú, no fue necesaria la conquista de Siquem por Josué a sangre y fuego, sino que fue más bien allí donde Josué reunió a las tribus, a los pies del Monte Ebal, les dio Estatutos y Leyes, hizo Pacto con el pueblo, y se despidió. Allí también fueron enterrados los huesos del patriarca José. Fue en Siquem que el Conquistador Josué escribió sus palabras en la Torah, como nos lo dice inspiradamente el primer libro de los Nebiim primeros (Jos.24); pues allí también, según mandato de Moisés a los hijos de Israel, el Conquistador Josué había escrito sobre las piedras, delante de los israelitas, copia de la Ley de Moisés (Jos.9:30-35). Así la Siquem de los heveos, en la que otrora Simeón y Leví habían ajusticiado al clan de Hamor por la violación de Dina, ahora en tiempos de Josué se convirtió en ciudad importante, en la que convivían con los heveos.

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