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UMBRAL

SEFER GITAIM (34) / el profeta Urías de Quiriat-Jearim

 

EL PROFETA URÍAS DE QUIRIAT-JEARIM.


Antiguamente, la vieja ciudad hevea de Baala fue, como lo indica su nombre antiguo: Quiriat-Baal, entregada al pérfido servicio de Belzebú (Baal-Zebub: señor de las moscas); pero por voluntad soberana de Dios, pasó a Benjamín mediante el Tratado de Gabaón en tiempos del Conquistador Josué, y sus habitantes heveos fueron convertidos en taladores para la casa de Dios; esto es en "Gitaim"; es decir: gitanos. Entonces la ciudad de Baala, Quiriat-Baal, dejó de llamarse así y pasó a llamarse Quiriat-Jearim, la ciudad a la que regresó por sí misma el Arca del Pacto y del Testimonio de Yahveh, después que Este juzgó a los filisteos que la habían robado y entonces la devolvieron. En esta ciudad convivieron y se mezclaron parcialmente sus moradores antiguos, que por razón del Pacto no fueron destruídos, con los benjaminitas. Lo cual sirve de tipología para la inclusión de los gentiles, mediante el Mesías, en el Cuerpo de Cristo.

En Quiriat-Jearim, que significa: ciudad de bosques, y en sus alrededores, se asentaron también varios descendientes del gran Caleb. De su esposa Efrata tuvo Caleb como primogénito a su hijo Hur, cuyo primogénito, a su vez, fue Sobal, considerado el padre de Quiriat-Jearim. Su hijo fue Haroe. Las familias de Quiriat-Jearim fueron los itritas, los futitas, los sumatitas, los misraítas de quienes surgieron los zoratitas y los estaolitas. Los itritas fueron los descendientes de Itra, también llamado Jeter II, padre de Amasa, general de Absalom. Jeter I fue el hijo de Gedeón. Entre los valientes de David hubo dos itritas: Ira y Gareb. ¿No está esto inspiradamente escrito en los Sagrados Libros de Shmuel y Dbry hymym? (1Cr.50,52,53; 11:40; 2S.17:25;23:38).

Estrechamente emparentada a Quiriat-Jearim estaba Belén, donde nacería en el futuro el Mesías de Israel: Jesús el Cristo. El padre de Belén fue Salma, hermano de Sobal. La familia de los manahetitas estaba la mitad en Quiriat-Jearim y la mitad en Belén. A su vez, vecinos a Belén y a Quiriat-Jearim estaba la ciudad de Jabes donde moraban los escribas ceneos antecesores de los recabitas.


En la ciudad de Quiriat-Jearim Dios levantó de entre sus habitantes a un valiente profeta mártir de la Vertiente Sagrada, cuyo nombre es Urías bn-Semaías de Quiriat-Jearim. Este varón de Dios profetizó durante la época del rey de Judá: Joacim bn-Josías, un pequeño tiempo antes de que el profeta Jeremías bn-Hilcías de Anatot profetizara también a principios del gobierno de Joacim. Urías profetizó en el mismo sentido que luego profetizaría Jeremías. Urías profetizó contra la ciudad de Jerusalem y contra la tierra de Judá. Pero llegadas a oídos del rey Joacim bn-Josías de Judá, las palabras de Dios por Urías, y llegadas también a oídos de sus hijos y de la oligarquía, el tirano Joacim procuró matar al profeta de Quiriat-Jearim; entonces este huyó a Egipto. Sin embargo, ni aún así se detuvieron en perseguirle. Joacim envió a Egipto una patrulla al comando de Elnatán bn-Acbor a fin de secuestrar al profeta Urías en Egipto y traerlo preso a Jerusalem. Hecho prisionero Urías, fue transpasado a espada delante de Joacim por orden suya; entonces también profanaron su cadáver.

Tiempo después, algunos de los ancianos de Israel que procuraban defender a Jeremías también del tirano Joacim, apelaron ante el pueblo a la memoria de los profetas Miqueas y Urías. Las palabras de Urías se cumplieron, y efectivamente vino contra Joacim, y contra su oligarquía en Jerusalem y en Judá, una coalición de tropas caldeas, sirias, moabitas y amonitas. Nabucodonosor, llevó a Joacim cautivo y encadenado a su ciudad, tal como Joacim había hecho llevar cautivo a Urías. De todo esto se escribió en el libro de las crónicas de los reyes de Judá e Israel, y lo recoge inspiradamente Jeremías con Baruk en los Nebiim, tanto primeros (2R.23:36-24:5) como postreros (Jer.26:17-23), y Nehemías en los Ketubim (2Cr.36:5-8), y se compiló en los Cánones de Daniel, Esdras, Nehemías, Judas Macabeo y el Concilio de Yabne (Jamnia), desde donde ha llegado hasta nosotros.

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